Apertura de exposición
Espíritus en el pantano
Oscar Murillo
El trabajo de Oscar Murillo explora ideas de colectividad y cultura compartida, sobrepasando los confines convencionales del acto pictórico al insertarse en las dinámicas de interacción grupal. Su práctica responde a una genealogía de artistas que desestabilizan las jerarquías tradicionales en el arte, convirtiendo el lienzo, el gesto y la instalación en superficies para la inscripción social.
Al igual que en su exposición individual en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO), Murillo entiende el espacio expositivo como una incubadora para la materialidad y la producción de trazos. Lienzos llenos de mensajes, marcas y dibujos hechos por los visitantes ocuparán el patio central del museo. El edificio en sí mismo se convierte no solo en un contenedor neutral sino en un escenario para el performance: un pantano con múltiples capas.
En ejercicios participativos previos, Murillo ofreció pintura de color al público en un monumental acto colectivo de creación. Para su exposición en el Museo Tamayo, Murillo se vuelca al negro. Pilas de crayones negros reemplazan la pintura, invitando al público a contribuir con gestos de borrado. Aquí, el pantano de Murillo se oscurece, envuelto en negro en una oda tanto al borrado como a la creación, a la vista y a la ceguera, así como al consumo y la pureza. Grandes franjas de tela negra, cosida y gastada –pertenecientes alguna vez a la instalación de la 56ta Bienal de Venecia, All the World’s Futures [Todos los futuros del mundo]– ocupan el espacio como una presencia espiritual latente que cuelga del techo y se arruga en el suelo. Una escala abrumadora, donde el material se vuelve un participante activo, que se llena de la energía de los visitantes del museo.