Me encantaban los Yeah Yeah Yeahs cuando era adolescente, tanto por su música como por la presencia en el escenario y el peculiar estilo de Karen O. Solía imitar los extraños movimientos de manos que veía en sus videos. Solía dibujarla en mis cuadernos. La primera vez que vi a los YYYs en vivo, cuando tenía 17 años, la multitud se volvió loca cuando Karen O movió lentamente las manos en un semicírculo frente a ella, como en el video de Maps, y me pareció casi una especie de conjuro o ritual. La he retratado muchas veces en mi trabajo: cuando era estudiante de preparatoria, como estudiante en la escuela de arte y ahora como artista más madura. Me fascina su talento y la manera en que sabe combinar gestos y modas extraños y torpes con resultados tan increíblemente cool. Cuando era adolescente, supe que le gustaron un par de los retratos que yo había hecho de ella, lo cual fue un momento crucial para mí como artista. Cuando me propuse retratarla para esta nueva serie, queriendo capturar los movimientos de sus manos y su rareza, me di cuenta de lo inspiradora e importante que han sido ella y su creatividad para mí a lo largo de mi vida.

De niña me gustaba mucho la película FernGully. Las Aventuras de Zak y Crysta (1992) porque me encantaban los bosques tropicales, los animales y la magia. Sin embargo, al ver la película ahora que soy adulta y al considerarla como tema para una pintura, veo no sólo mi amor por la inconfundible estética de los noventa, con el cabello desgreñado del hada convertido en un brillante wet look y lucecitas mágicas flotando a su alrededor. También veo lo atractiva que es su situación, gracias a la ventaja que sus conocimientos y sus poderes mágicos le dan a Crysta sobre su pretendiente humano. Y aún así, qué delicada y pequeña se ve mientras salta y juega con él y se deja abrazar, para luego desvanecerse en una nube de partículas brillantes cuando él está a punto de besarla.

Terminator 2 El Juicio Final (1991) no sólo es una excelente película, también es la síntesis máxima del espíritu de una época —de lo que daba miedo a principios de los noventa, de cómo se veían los noventa, y de lo que era considerado cool en esa década. Pero además de eso, en esta pintura quise capturar lo cool de John Connor en particular. Lo cool natural de su actitud arrogante y desafiante,
lo icónicamente cool del inolvidable movimiento de su fleco.

La Reina de los Condenados (2002) no es realmente una película que me haya gustado, pero el personaje de Aaliyah, Akasha, fue sin duda inolvidable. Para mí lo es especialmente cuando entra al antro, con su tocado real, su boca y ojos de vampira, y su andar ondulante. Es inolvidable también lo peligrosa que resulta la combinación de su belleza, su apetito y su poder. Alguien me dijo recientemente, mientras le contaba mi aventura del fin de semana en un club sexual de Berlín, que me imaginaba abriéndome paso por el antro como Akasha en busca de sangre. Aunque no es sangre lo que busco, debo hacer una nota mental para recordarme canalizar a Akasha cuando salga de fiesta.

Pocas caras en nuestra cultura podrían considerarse tan icónicas como la de Cher. Cuando me propuse retratarla, sabía que quería capturar sus facciones, por supuesto, que han sido una imagen recurrente en la cultura pop de mi generación, en la de mis padres y en la de generaciones más jóvenes. Además tenía en la cabeza esta imagen de Cher usando algún tipo de tocado con plumas. Fue interesante buscar las imágenes correctas para usar como referencia, en parte porque Cher ha sido extremadamente prolífica y siempre muy extravagante en su estilo, y también porque sus facciones han cambiado un poco con el tiempo. Me gustaría pensar que la presento no sólo como una expresión de estilo camp, sino como una artista que usa constantemente su talento y su cuerpo para actuar y entregarse, de una manera que me parece casi ritual y mágica.

La canción del mismo nombre de Roxette, así como el video de 1990, son la máxima expresión de algunas de las cosas que más me gustan: la estética de los ochenta y noventa, las mujeres fuertes y las power ballads. Roxette, en mi opinión, perfeccionó el género de la power ballad. Y la cantante, Marie Fredriksson, aunque no vi su imagen tantas veces como la de otras celebridades, se quedó grabada en mi memoria. Especialmente un instante particular del video de It Must Have Been Love, en el que ella, con sus hombros fuertes, usando un vestido blanco minimalista y con un peinado cool, se abraza a sí misma, mientras mira al espectador y canta con la cabeza un poco inclinada hacia abajo. Por alguna razón, la combinación, en ese instante, de ese look y ese gesto quedó fijada en mí —la veo como una encarnación de fuerza y confianza, aun cuando ella nos muestra, al mismo tiempo, que se siente pequeña y sola.

Sinéad O’Connor me ha inspirado a realizar obras que han resultado muy importantes para mí, y al mismo tiempo ha motivado reflexiones personales que derivaron en grandes cambios en mi vida. Imitarla en un performance se convirtió en una de las principales experiencias por las que me di cuenta de que soy una persona trans. Ha pasado más de una década, Sinéad ha muerto, y para mí la mejor manera de comprender quién fue es todavía el video de su interpretación en vivo de la canción Troy en el Festival Pink Pop de 1988. Cantar es, en mi opinión, la forma de expresión humana más pura y potente. En ese video, más que un ser humano, Sinéad parece casi un dragón —su interpretación es una de las obras de arte más consumadas que yo jamás haya visto.

De niña solía jugar videojuegos, pero no tanto como otras personas. Ya adulta, antes de quedarme ciega, regresaba periódicamente a algunos videojuegos, en parte por lo mucho que disfrutaba verlos. Yoshi’s Island (1995) es un juego bidimensional y lineal. Los fondos están conformados por varios planos que, de abajo hacia arriba en la pantalla, se muestran con colores cada vez menos saturados y que se desplazan a velocidades cada vez más lentas, creando la impresión de una enorme profundidad de campo. En estas dos pinturas quise crear paisajes, inspirada en estos recursos del videojuego que tanto recuerdo, para transmitir esa reverencia hacia la inmensidad sublime de la naturaleza que atraía a los pintores románticos.

De niña solía jugar videojuegos, pero no tanto como otras personas. Ya adulta, antes de quedarme ciega, regresaba periódicamente a algunos videojuegos, en parte por lo mucho que disfrutaba verlos. Yoshi’s Island (1995) es un juego bidimensional y lineal. Los fondos están conformados por varios planos que, de abajo hacia arriba en la pantalla, se muestran con colores cada vez menos saturados y que se desplazan a velocidades cada vez más lentas, creando la impresión de una enorme profundidad de campo. En estas dos pinturas quise crear paisajes, inspirada en estos recursos del videojuego que tanto recuerdo, para transmitir esa reverencia hacia la inmensidad sublime de la naturaleza que atraía a los pintores románticos.

Más que pintar a Gia Marie Carangi, pinté a la actriz Angelina Jolie, quien interpreta el rol protagónico en Gia (1998), la película sobre la trágica vida y muerte de la famosa supermodelo. Una queda arrasada por el personaje —una persona tan hermosa y cautivadora, tan ferozmente viva, que el mundo exige más y más de ella; alguien que parece querer vivir todo siempre al máximo y que, aún así, se siente conflictuada con su propio éxito. La desgarradora actuación de Angelina Jolie es una de las interpretaciones más logradas que yo he visto en el cine. En esta pintura, quiero que Angelina mire al espectador, medio retadora, medio amigable, en una imagen en la que su belleza física sea casi incidental y que lo que se transmita sea su carácter indomable y sus ganas de vivir. Una línea de la película que no puedo olvidar: “Debí haber sido rockstar, pero no sé cantar”.

Cuando era pequeña, la película de La Historia Sin Fin (1984) me resultó tan hipnotizante como aterradora. Un par de veces, a lo largo de la película, se presentan retos que son imposibles de superar sin una fe absoluta en una misma: las arenas movedizas que te tragan si sucumbes ante la tristeza, el portal guardado por las esfinges que te matan al instante si al atravesarlo tienes el más mínimo rastro de miedo en el corazón. Han pasado muchos años y yo misma he enfrentado algunos retos que me han parecido imposibles de sobrevivir. Nunca he logrado no darle vuelo a mis tristezas y nunca he dejado de tener miedo, pero he hecho todo lo posible por mantenerme fiel a mí misma y por llegar al otro lado siendo yo misma.

Cuando pienso en el icónico personaje de la película La Historia Sin Fin (1984), y en sus escenarios, que me encantan, hay algunas contradicciones que llaman mi atención. Por su aspecto y su complexión, el personaje parece una niña, pero su sabiduría es atemporal e infinita. Es la emperatriz de todo un universo y sin embargo está aislada, es incapaz de salir de su Torre de Marfil. Aun con toda su belleza y su poder, siempre me pareció contemplativa, si no es que triste.

Este es un retrato del personaje de Kathy Bates en la película Tomates Verdes Fritos (1991), en una escena en la Evelyn se hace un vestido con plástico de cocina y espera a que su esposo vuelva del trabajo para sorprenderlo. Aunque esta escena me pareció graciosa y quizá un poco ridícula cuando la vi por primera vez, de niña con mi madre, incluso en ese entonces y mucho más ahora, me impresionó otra cosa. Esta persona, que se siente sola y frustrada por cumplir con su rol social como ama de casa, está haciendo uso de su creatividad y expresando su sensualidad para reavivar la pasión en su matrimonio y en su vida. Me quedo con su proceso casi heróico de autoafirmación y con la ternura inolvidable de la película.

Conociendo el resto de mi obra, no me sorprende que también este personaje del anime Dragon Ball Z (1989-1996) se haya quedado en mi cabeza. Tenemos de nuevo a un ser extraterrestre que no sólo es extremadamente fuerte y poderoso, sino también bello y elegante, de una manera un tanto extraña. Para este retrato, en lugar de pintar a Frieza exactamente como aparece en la serie de televisión, me tomé la libertad de estilizarlo un poco más, presentándolo con mayor porte.

En este retrato de Marge Simpson quise recordar el que, a mi parecer, es uno de los momentos de mayor complejidad del personaje, y que ocurre en una situación en la que yo misma me he sentido a lo largo de mi vida y de mi carrera. Marge accede por casualidad a un nuevo círculo social después de haberse comprado un traje Chanel en una tienda de segunda mano. Se enamora de los ambientes de clase alta cuando comienza a asistir con regularidad al club de golf de Springfield. Sin embargo, pronto se ve obligada a confrontar la disparidad entre ese nuevo mundo al que desesperadamente quiere pertenecer y su verdadero estatus socioeconómico, mucho más modesto. El conflicto es tal que sus relaciones familiares, sus valores y ella misma sufren mientras Marge se empeña en mantener una imagen de riqueza y refinamiento. El giro decisivo ocurre después de que Marge compra un nuevo vestido en una boutique Chanel con todos sus ahorros, cuando la vemos sintiéndose sola y conmovida al ver cuánto se ha apartado de su familia (Scenes from the Class Struggle in Springfield, 1996).

Nunca fui fan de Christina Aguilera ni de su música, así que me tomó mucho tiempo descifrar por qué su personaje en el video de Dirrty (2002) se me quedó tan grabado que quise retratarla. Pensándolo un poco más, creo que mi generación vio en Dirrty a una estrella pop de una manera en la que no las habíamos visto antes. Estábamos acostumbrados a que las estrellas pop fueran bonitas, quizás incluso seductoras o sexys, pero no rudas ni tan abiertamente “sucias”. El video para Dirrty nos mostró a Christina como un personaje completamente cambiado, muy audaz, que no sólo se muestra decididamente sexual, sino que además se presenta de una manera que, al menos en aquel medio, no se asociaba con la sexualidad femenina —su cabello y su piel que parecen sucios, sus atuendos y escenarios poco glamurosos, su canto y su baile agresivos, las alusiones al box y a la pelea. Yo era adolescente cuando se estrenó este video y todo eso me parecía desconcertante. Quién diría que, ahora que soy adulta y con mi actual vida nocturna, el llamado de Christina a ponerse caliente y sucia me resultaría mucho más cercano.

Este es un retrato del personaje de Daryl Hannah en la película El Clan del Oso Cavernario (1986). Ayla es primero una niña indefensa que, tras ser adoptada por una tribu de neandertales, y siendo la única humana entre ellos, sigue sintiéndose aislada. A medida que crece, pasa de ser denigrada y usada como objeto sexual por los hombres de la tribu, a descubrir su fuerza física y su don único para la sanación. Quise mostrarla no como un personaje sexy de película, sino como una mujer extraña y poderosa, con pintura ritual en la cara y con los rasgos andróginos de Daryl Hannah.

Úrsula bien podría ser la primera villana de Disney que logra ser realmente encantadora y seductora a la vez, y es sin duda el mejor personaje de La Sirenita (1989). Me encanta cómo se arregla el cabello y se maquilla, segura de sí misma y de sus planes, mientras seduce a Ariel y al espectador con una propuesta sumamente riesgosa.

Después de haberme propuesto retratar a Úrsula, sentí de inmediato la necesidad de retratar también a su alter ego de cuerpo humano. De niña, Vanessa sólo me parecía un personaje claramente malintencionado y peligroso, con su sonrisa burlona y su mirada sombría, pero ahora que soy adulta y ahora que soy mujer, no puedo evitar ver mucho más de mí misma y de mis deseos en ella. También yo soy de cabello oscuro. Ojalá también yo tuviera una magia poderosa para atrapar a la gente y hacer que un príncipe guapo se enamorara de mí. Y ojalá también yo pudiera apoderarme mágicamente de una voz hermosa para sustituir mi voz natural, que es grave e inadecuada.

Este es un retrato del personaje de Kirsten Dunst en la película Entrevista con el Vampiro (1994), una niña que es convertida y adoptada por dos vampiros. A lo largo de la película, pasa de ser una niña completamente inocente e indefensa, a convertirse en una mujer aterradoramente poderosa y ambiciosa, atormentada por la conciencia de que está para siempre atrapada en el cuerpo de una niña pequeña y para siempre aislada del resto de la humanidad.

Esta pintura muestra mi propia versión del famoso vampiro, basándome principalmente en la película de Herzog Nosferatu. Vampiro de la Noche (1979). No obstante, al hacer el boceto para su cara, quise que tuviera una apariencia más andrógina que en la película y que se pareciera un poco a mí. Mi vida ha estado marcada por una soledad constante y por un hambre insaciable de más y más. Siempre he tenido la impresión de que esto es malinterpretado por los demás, de la misma forma en que la mayoría de la gente no se da cuenta de que lo que motiva a un vampiro no es realmente el hambre, sino la soledad.

Este es un retrato del no muy querido personaje de la película Star Wars Episodio I La Amenaza Fantasma (1999), que ha pasado a la historia como un ser ridículo y molesto del que todos se burlan. Sin embargo, desde que lo vi por primera vez, recuerdo haber pensado que era uno de los extraterrestres más cool, hermosos y elegantes que jamás había visto. Recuerdo haber deseado parecerme a él. Elegí retratarlo sonriendo al espectador con todo su encanto. Da la impresión de ser extrovertido, sensual, y de que sabe pasarla bien, pues está sin camisa y tiene los pezones perforados.

Por la época en que entré a la escuela de arte, noté cierto cambio en la estética del internet, especialmente en plataformas como Myspace y Tumblr. Parecía haber un renovado amor por cierto tipo de imágenes chillantes y desconcertantes. Cada vez más, las personas de mi edad se obsesionaban en internet con imágenes que provenían de, o recordaban a, los años ochenta y noventa, ya fuera por su paleta de color o su textura, tal vez por alguna cualidad hechiza, o por la coincidencia de elementos aparentemente contradictorios e inesperados. Una de las primeras imágenes de ese tipo que llamó mi atención mostraba a una mujer pequeña con un vestido rosa ligerísimo y translúcido que dejaba ver sus pezones, sentada sobre un caballo que parecía hecho de fibra de vidrio o de papel maché, como si lo estuviera montando. La imagen, ligeramente fuera de foco, tenía un resplandor tenue. Claramente había sido escenificada en un estudio. El choque entre la expresión sincera e inocente en la cara de la mujer, la apariencia barata del caballo y el estilismo con implicaciones sexuales me hicieron preguntarme quién había tenido la idea de crear esa imagen y para qué. Me cautivó de inmediato. Tiempo después, descubrí que la mujer retratada era La Toya Jackson.

Estuve obsesionada con la miniserie documental de Netflix Wild, Wild Country (2018) sobre Ma Anand Sheela y su participación en los crímenes y escándalos alrededor del culto del gurú Osho. La he visto decenas de veces. Sheela es casi un personaje de película. Una villana y una antiheroína. Es simultáneamente una conspiradora despiadada que no tiene escrúpulos al realizar sus ambiciones y una mujer increíblemente capaz, fuerte, cuyo carácter parece inquebrantable. Quise retratarla como si estuviera sentada durante una entrevista de televisión, con una amplia sonrisa, consciente de la aversión que provoca y de su poder, disfrutándolo todo.

Esta pintura retrata a la actriz Fairuza Balk en su inolvidable papel en la película Jóvenes Brujas (1996). Como líder de un cuarteto de brujas adolescentes, invoca con éxito al espíritu supremo y adquiere de él un inmenso poder. Un poder que canaliza la magia de la naturaleza y le permite caminar sobre el agua, pero que, mal manejado, acaba volviéndola loca.

Este retrato de la cantante pop estadounidense sintetiza mi fascinación por las tensiones y contradicciones en su persona. Me encanta cómo Pink navega por el mundo del pop complaciendo las expectativas del mainstream y al mismo tiempo incorporando elementos que podrían considerarse alternativos. Yo la describiría como Alternativa Básica. Me encanta cómo parece hacerlo no para engañar a nadie, ni vendiéndose como algo que no es. Tengo la impresión de que es auténtica. Una genuina cantante pop básica que incorpora elementos de la cultura alternativa que genuinamente le gustan, y que lo hace por diversión y simplemente por expresarse. Puede que no me guste su música, pero definitivamente me encantaría pasar el rato con ella.

Quise pintar la icónica imagen de la película de los noventa del mismo nombre porque, aun cuando no sea una de mis películas favoritas ni participen en ella actrices que yo admire particularmente, esta imagen se me ha quedado grabada. Me encanta que vaya acompañada del título Criaturas Salvajes (1998). Por supuesto que el título tiene ciertas connotaciones, la implicación de que estos personajes son salvajes en un sentido sexual. Sin embargo, para mí la imagen no captura eso. Las encontramos mirando al espectador más bien con cautela, e incluso amenazadoramente, apenas por encima de la superficie de una oscuridad inescrutable. Esta imagen, para mí, lleva la implicación de que son criaturas potencialmente peligrosas, no muy distintas de un animal salvaje en un pantano.

Hice dos versiones de esta pintura. Quería retratar el icónico look post-punk, la ferocidad y la fuerza que Nina Hagen transmite a través de su canto y su actitud en el escenario. Sin embargo, cuando terminé de pintarla con la boca abierta, gritando al micrófono, me pareció que algo faltaba. Sentí que la había retratado como ya todos la conocemos: una fuerza musical salvaje y cargada de energía. Pero yo no me sentía enérgica ni rugiente en ese momento, me sentía contemplativa y sola, así que la retraté de nuevo, siendo ella misma en el escenario, con el mismo potencial, pero mirando seriamente al espectador como si esta vez analizara o esperara una respuesta. Como si su poder, de alguna manera, la mantuviera aislada.

Este es un retrato de la televangelista multimillonaria. Cuando la vi por primera vez, me impresionó cómo alguien con una mentalidad tan religiosa y conservadora podía al mismo tiempo presentarse de una manera tan llamativa y extravagante. A primera vista, no pensé que fuera una predicadora religiosa, sino una drag queen. Y pensándolo bien, podría decirse que, en efecto, su estilo califica como drag.

Esta pintura muestra el torso de una niña en un área de juegos infantiles. De pie frente al espectador, con las manos en la cintura, la niña lleva una camiseta blanca y grande con la portada del álbum debut de la cantante pop mexicana Fey (1995). La camiseta tiene un nudo en uno de los lados, que está adornado con una dona para el pelo o scrunchie, y que sirve para convertirla en una ombliguera, tal y como solía usarla Fey. Quise que la imagen de los juegos, los scrunchies, los jeans a la cintura y la referencia a Fey evocaran los años noventa en la Ciudad de México. Fey es una artista compleja para mí. Muchas personas la recuerdan como una cantante pop ligera, un tanto ingenua, que hacía música para niños. Sin embargo, y cada vez más conforme pasa el tiempo, he llegado a apreciar profundamente sus canciones, incluso algunas menos conocidas, sus letras altamente poéticas y difíciles, y su papel como creadora de tendencias. Para mí es una intérprete talentosa, con una gran propuesta musical, que quizás fue simplificada y vendida como algo meramente bonito cuando era mucho más que eso.

Retraté a la Reina Alien de la película Aliens (1986), presentándola no como una mera antagonista o como un monstruo, sino como un ser poderoso y magnífico, enfrentando al espectador y posando con una actitud de orgullo y grandeza, que creo le corresponde no solo a la Reina Alien como personaje dentro del contexto de la película, sino también a la estética emblemática de H. R. Giger, quien la diseñó.

En este retrato de la cantante pop, Mónica Naranjo se presenta en el escenario, acompañada por el octeto ibérico, durante la ceremonia de los Premios de la Música de 1998. Su característico cabello mitad negro y mitad blanco está cuidadosamente peinado hacia atrás y recogido en un chongo apretado. Lleva maquillaje y joyería elegantes. Sin embargo, fiel a su estilo y a la época, trae puesto un vestido muy revelador que sólo podría describirse como entrañablemente kitsch. Me fascina la tensión entre su cuerpo pequeño y sus pechos hermosos, y sus rasgos un tanto masculinos y su voz potente y atronadora; el choque entre su talento y su belleza innegables, y su presencia camp y exagerada.

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En este retrato vemos al famoso extraterrestre en drag, de pie en el umbral de un clóset, sonriéndole al espectador. La imagen presenta a un ser que desafía las expectativas de género de la sociedad y que, al mismo tiempo, proveniente de un mundo alienígena, nos trae amor, amistad y sanación.

Esta pintura muestra al personaje de Jennifer López en la película La Célula (2000), quien desciende al reino surrealista y diabólico en el interior de la mente de un asesino serial. Catherine queda atrapada, hechizada y esclavizada. El villano la utiliza para atrapar al otro personaje principal que entra a este reino para intentar rescatarla. Vemos a una investigadora estrictamente profesional, enfocada en su trabajo, que se ve de pronto atrapada por un hombre malvado que la reduce al rol de esclava sexual y de mujer seductora.

Se dice que un tonto es aquel que mira el dedo que apunta a la luna. Este fragmento de sabiduría me vino a la mente al revisar la película E.T. El Extraterrestre (1982) como posible referencia para mis pinturas. En una escena, después de haber inventado y construido por sí mismo un dispositivo que le permite comunicarse con seres inteligentes más allá de nuestro mundo, el extraterrestre señala al cielo por la ventana, intentando explicar algo a sus amigos humanos. Sin embargo, los niños parecen poner más atención al hecho de que su hermanita le ha puesto a su amigo extraterrestre —a quien ellos perciben como hombre—, la ropa y los accesorios de una mujer.